¡Tu carrito está actualmente vacío!
Es la más difícil de hacer.
Nos han educado para agradecer cualquier regalo. A decir que nos gusta, aunque no sea cierto.
Y además está lo de, “es gratis”. Cuánto nos gusta llevarnos algo gratis, aunque no nos vaya a servir para nada, aunque no nos guste, aunque ya tengamos diez más iguales…
En casa, no nos llevamos los regalos de cortesía de los hoteles, ni los utilizamos mientras estamos allí. Si estamos en algún evento en el que regalen cosas que no queremos, no las cogemos. Peeeeroooo, no es lo mismo cuando tienes a alguien delante, con una sonrisa, ofreciéndote un regalo.
Hace poco que hemos cambiado de dentista. A mi hijo le dieron una bolsa con muestras y cepillos, todo de plástico menos la bolsa. Cuando fui yo, intenté no llevarme nada, pero al final, ante su insistencia, le pregunté, ¿es necesario que utilice algo de aquí por el tratamiento que me has hecho? y me llevé cosas que supuestamente necesitaba. Después le tocó a mi marido, y también trajo cosas, porque le dio vergüenza rechazarlas.
Hicimos un montoncito con todo lo que trajimos, y nos preguntamos si de verdad era necesario. Con todo lo trabajado, tres años bajando el plástico en casa, y en una sesión de dentista habíamos dado un paso atrás. Mirando ese montoncito de muestras y cepillos de plástico, decidimos que teníamos que aprender a decir NO con más convicción.

En la foto sale lo que queda del montoncito inicial. En realidad, había cuatro muestras más de dentrífico, y dos sobres de enjuague.